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El ser humano como especie posee una tendencia innata hacia

la auto-regulación y hacia la obtención de satisfacción y placer. 

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Este impulso es básicamente orgánico (parte del cuerpo),

y está dirigido hacia la satisfacción de las necesidades

más básicas (tales como asegurarnos el alimento, el agua

o el cobijo), y además hacia las cada vez más complejas necesidades

que nos conforman como seres humanos: relaciones, intimidad, seguridad, empleo, confianza, o en lo tocante al sentido profundo

de la existencia. 

 

A veces, este mecanismo "falla", impidiéndonos obtener

de la experiencia cotidiana de vida el suficiente nivel

de bienestar. Nos damos cuenta de que esto está ocurriendo

porque hay emociones que parecen acompañarnos demasiado tiempo

o que se manifiestan de manera intensa y desbordante,

o porque por el contrario, no parecen tener un lugar en nuestra vida.

O quizás porque repetimos patrones que son tóxicos o dañinos

y no sabemos salir de ellos. O es posible que no logremos desanudar ciertos bloqueos que nos dificultan ser espontáneas. También a veces, sentimos una inquietud, una duda acerca de si "esto es todo en la vida"

o si es posible vivirla de otro modo. 

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Es entonces cuando podemos decidir comenzar un proceso terapéutico. 

 

Realizar este camino acompañadas o acompañados

es fundamental para no perdernos de nuevo en nuestros patrones

y para reconstruirnos desde una mirada ajena que nos dota de nuevos colores o ladrillos para esta "edificación". 

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En algunos casos será recomendable realizar este proceso en formato individual, otras, en grupal, y también es posible combinar ambos formatos.