Cómplices....

"Todos necesitamos alguna vez un cómplice,

alguien que nos ayude a usar el corazón“...dice Mario Benedetti.

Y digo yo que además, podemos ser maravillosamente cómplices de nosotras mismas, lo cual resulta dulce y sanador y se proyecta inevitablemente hacia el resto.

Uno de los caminos para desarrollar esta "auto-complicidad" se encuentra en recuperar el sentido de emociones y sentimientos y escuchar cada vez de manera más afinada cómo son en nosotros (qué hacemos con ellos, qué nos decimos al respecto, cómo los reconocemos...).

Lo cierto es que conocemos poco acerca de los mismos. Nos centramos habitualmente así en CONTROLAR (reprimiendo, racionalizando, obviando...) aquellos que nos resultan problemáticos (rabia, tristeza, culpa, miedo...) y abandonamos (principalmente por desconocimiento) la posibilidad de relacionarnos con ellos como los CÓMPLICES que realmente son. A veces, es bueno controlar, pero queda pendiente entonces la segunda parte, complementaria, que es la ESCUCHA PROFUNDA de lo que me quiere decir la emoción que se ha activado. Otras veces, controlar, directamente no funciona. Recuperemos nuestras antenas, cada emoción está PARA permitir y alentar nuestro crecimiento y contacto con nuestras necesidades y deseos profundos. Escuchando lo que me quieren decir aprendo a expresarme en mis relaciones y en el mundo desde la fidelidad a mi ser más auténtico, creciendo así en autoestima, satisfacción y plenitud. Mi vida, adquiere más sentido.