top of page

El cuento de las dos lobas

El otro día un amigo me comentaba acerca de su descubrimiento del cuento que seguramente habréis escuchado alguna vez acerca de las batallas internas de todo ser humano, simbolizadas a través de un “lobo bueno” y un “lobo malo” y que transcribo aquí mismo:

“Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas. Él dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros. Uno es Malvado - Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, soberbia, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego. El otro es Bueno - Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, amistad, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe. El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo: “¿Qué lobo gana?” El viejo Cherokee respondió: "Aquél al que tú alimentes."

Su conclusión después de leerlo era, en pocas palabras, “efectivamente, hay algo malo dentro de mi, que sale para molestarme y dañar mis relaciones, tengo entonces que evitarlo, y ser buena persona”.

Y dije yo “si... y no.... y si... y no....” ..... y definitivamente, hay algo que NO.

Entendiendo que ésta (la de mi amigo) puede ser la conclusión de muchas personas al leerlo, como quizás pudiera haber sido la mía inmediata, pero me gustaría plantear algunas cuestiones al respecto y finalizar con una adaptación personal del cuento. Comprendo perfectamente el mensaje del mismo, pero creo que puede dar lugar a confusión “reduccionista” (“pues mato al lobo malo de hambre y ya está, gana la lucha el lobo bueno y problema solucionado”), y desde ahí lo he considerado una oportunidad para jugar con conceptos y repensar qué podemos hacer realmente con estas salvajes y preciosas presencias internas que a veces tanta dificultad nos suponen.

Ideas que se me van ocurriendo....

1- ¿Qué tal sería cambiar el concepto de “parte interna malvada”- “parte interna bondadosa” por “parte interna herida” y “parte interna sana”? (simbolizadas en el cuento como “lobo malo” y “lobo bueno”) . Como otras tantas veces he tratado de transmitir, no creo que el sostener la creencia de que haya algo malvado dentro de nosotros sea favorable. (Me encuentro, personalmente más cerca de acogerme a la creencia de que en esencia el ser humano no es ni bueno ni malo, pero que está orientado al placer y el bienestar, y que esta pulsión incluye el bienestar y el placer del resto de seres).

No creo que sostener que haya algo malvado dentro de nosotras, decía, sea bueno, y más aún cuando eso malvado se refiere a algo que nos conforma como seres humanos y que no podemos extirpar:

  • A las emociones y sentimientos: funciones NECESARIAS para la supervivencia, y el desarrollo personal, afectivo, social, trascendental...

  • Al “ego”: estructura NECESARIA para sostener y dar forma a la experiencia humana

2- ¿Qué sentido tienen las emociones y sentimientos? ¿De qué estamos hablando cuando decimos “ego”?

Emociones:

  • Es necesario, para lograr un mayor bienestar conmigo, mis relaciones, y el mundo, revisar y comprender en profundidad mis emociones y sentimientos, para así ir puliendo lo que hago con ellos, e ir reconstruyendo los patrones que he aprendido (el cómo reacciono cuando siento según qué cosas) y que en su día me salvaron y quizás hoy sean caducos (y sea ésta la razón de que mis acciones y reacciones cuando los siento provoquen situaciones dañinas) y de esta manera, no sólo reducir “conductualmente” su impacto destructivo sino recuperar su saludable función de aliadas en nuestro trayecto de vida, de búsqueda de la felicidad... No son enemigas. Son cómplices. Y si no funcionan como tal, puedo hacer por ello.

  • Las emociones se activan de manera espontánea e involuntaria, ya que derivan del complejo mecanismo de autorregulación y supervivencia que nos permite estar vivas. NO PODEMOS EVITARLAS (menos mal). Si, repito, aprender a conocerlas y a manejar LO QUE HACEMOS CON ELLAS.

¿Y qué es el “ego”, que tanto terror nos da y al que queremos matar y eliminar?

Si con “ego” me refiero a concederme a mí misma, a mí mismo, excesiva importancia, quizás pueda plantearme “regresar” a esa etapa de mi vida en la que, cuando niña, cuando niño, fue absolutamente necesario ser LA MÁS IMPORTANTE, y que si no ha sido adecuadamente superada (es decir cuando no he podido nutrirme en profundidad de ser, efectivamente, lo más importante) me perseguirá en la edad adulta buscando ser sanada y trascendida. Todos, todas, necesitamos ser “los más importantes” cuando somos pequeños. Y si nos concedemos este paso (con mucha dosis de honestidad, trabajo personal, y posiblemente terapia y/o ayuda externa), podemos liberarnos o gestionar mejor esta necesidad que cuando ocurre en la edad adulta, no responde a la realidad y es difícil para una misma y para quienes nos rodean.

Si con “ego” me refiero a la estructura de carácter que hemos desarrollado por encima del “ser”, “parte esencial” (o como cada cual elija denominarlo), os invito a dejar de considerarlo como malvado. Y en lugar de luchar por matarlo (lucha por cierto perdida, porque para estar en el mundo, es IMPRESCINDIBLE contar con una carcasa que ordena y estructura la experiencia), poner la intención y dirección en cuidarlo, atenderlo, sanarlo, actualizarlo... y que sea un PUENTE entre la esencia y el mundo. Cada vez más, una manifestación de lo que realmente soy, y no algo que parece que va en contra. En este concepto de “ego” es donde se esconden las herramientas y recursos más potentes para permitir que la parte sana fluya y se expanda.

3- ¿Has pensado qué pasa con el “lobo malo” en el cuento si seguimos el consejo implícito? Yo no lo tengo muy claro. ¿Moriría al dejar de ser alimentado? (no conozco a NADIE que haya logrado “matar al lobo”, si a muchas personas que con un gran y constante trabajo logran ir tranquilizando al “lobo malo” y comprobando que no es necesario domarlo ni encerrarlo, sino sólo escucharlo... ) ¿Quedaría débil y desnutrido mientras el “lobo bueno” corretea alrededor, triunfante? (no me gusta esta imagen, y creo que a ti tampoco... hay algo de cruel, injusto y desequilibrado en esto).

4- ¿Qué tal sería entonces -así como idea...- además de alimentar - ¡POR SUPUESTO!- al “lobo bueno” acoger y cuidar al “lobo malo”? Yo, me niego a abandonar y a dejar morir de hambre a mi loba mala. Me niego incluso a calificarla de “mala”. Más bien veo que está perdida, que trata de sobrevivir, que no sabe cómo hacer....

Cada día además, me gusta menos el concepto de “batalla”, y de que haya “ganadora” y “perdedora”. Creo más en el apoyo, en la posibilidad de construir a partir de un conflicto y en la colaboración. Por tanto en mi cuento, no va a existir tampoco el concepto de “lucha”.

Me es mucho más placentero pensar en dos lobos que juegan, a ratos pelean, buscan de nuevo el juego... que la imagen que acude a mi cabeza cuando trato de poner ilustración al cuento del “lobo bueno ganador”, y el “lobo malo perdedor”. Si ambos lobos van a vivir dentro siempre, que hasta ahora es la opción real y posible e incluso deseable (desde el replanteamiento de significados) que conozco, me resulta mucho más agradable imaginarlos jugando y retozando juntos, entrelazando momentos de gruñidos con otros de revolcarse por el suelo.

Queda así entonces mi cuento. Si te sirve, cógelo, si no te sirve, deséchalo o crea el tuyo propio.

“Una mañana una anciana cántabra le contó a su nieta acerca de algo que ocurría a veces en el interior de las personas. - A veces, es como si hubiera dentro de nosotros dos lobas que no consiguen jugar juntas. Una de ellas está enfadada, triste, siente envidia, celos de la otra, pesar, avaricia, se comporta de manera arrogante, se autocompadece, siente culpa, resentimiento...¡parece que está algo perdida, vaya! ... mientras que la otra loba se encuentra alegre, amorosa, en paz, esperanzada, serena, amistosa, empática.... - ¿Qué pasa entonces cuando tenemos esto dentro? ¿Hay algo que podamos hacer? -preguntó la niña- - Siempre hay algo que podemos hacer. Podemos mirar a ambas lobas y ver qué necesita cada una de ellas para que puedan recuperar su juego. Podemos cuidar de que la loba que está contenta pueda seguir manteniendo su alegría, procurándole alimentos, espacio, atención... y podemos escuchar y atender a la loba que está perdida, para ver qué es lo que está necesitando para volver a recuperar sus ganas de jugar y su alegría y amor innatos. Posiblemente (¡seguro!) le ha pasado algo y necesite un tiempo para recuperar su confianza, su seguridad, su autoestima....Si le damos lo que necesita podrá, poco a poco, apoyarse, contagiarse y disfrutar de nuevo, una y otra vez, de la danza con su compañera. Y cuanto más la cuidemos, más cerca estarán y más se ampliará esa danza... “

Posts destacados:
Posts recientes:
Búsqueda por etiqueta:
Facebook:
  • Facebook Classic

© 2013 by Beatriz Bello Dublang 

  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon
  • YouTube Social  Icon
bottom of page